HERMES NOS HACE UN GUIÑO

"El asombro ante el símbolo revela la identidad de un cosmos vivo y siempre actual.
Lo arcaico se hace presente, interpela directamente al corazón
y nos incita a investigar y meditar.
Para nosotros, gentes de aquí y de ahora mismo,
estos símbolos nos están transmitiendo ideas que no han perecido.
Sí, hay una Memoria impresa en estas formas geométricas.
Una Memoria que en verdad nos conecta con el origen de todo el universo.
Y recuperarla es nuestro cometido." Cita de la página Facebook "Nuredduna: mito, símbolo y profecía. Son Fornés".

La remodelación del Mercado Central de la ciudad, ha dejado al descubierto el interior de la espectacular estructura modernista del edificio. Un magnífico armado metálico de proporciones armoniosas, con símbolos geométricos, vegetales y animales, en el que destaca un extraordinario conjunto de caduceos, a los que hay que agregar aquellos que se encuentran en ambas portadas frontales norte-sur, concretamente en los capiteles de las columnas, ocultos entre los bienes que ofrece la diosa Naturaleza, así como en el frontispicio de las puertas laterales este-oeste.

Se trata del atributo de Hermes-Mercurio, dios del Comercio, Mensajero de Zeus e hijo de Maya, al que podemos ver en no pocos lugares, en especial por las alturas y sobre todo ahí donde se realizan transacciones comerciales, portando una varita en su mano izquierda que representa al eje del mundo como “expresión de la Unidad central polarizada entre lo alto y lo bajo” (1) Mientras que las serpientes enroscadas en torno a dicha varita simbolizan “las corrientes de energía presentes en el cosmos” (2) y las dos alas en el casco son “características de su función transmisora de lo oculto, o hermético”(3).

Estamos pues ante el derramador de bienes, que nos recibe cargado de bendiciones y nos introduce en la simbólica presente en el edificio.
El artículo titulado Mercado Central y Templo de Mercurio (4), recoge un inventario detallado de sus elementos ornamentales. En el pasaje que enumera y describe los que se hallan en la fachada principal que da al sur, nos dice lo siguiente:

A cada lado, un par de altas columnas. En sus capiteles corintios cuelgan grupos de frutas (...) hay también pequeños escudos con las siguientes figuras: 1: El león rampante del escudo de Zaragoza, que se muestra dos veces al exterior y otras dos al interior, sobre las cuatro barras de la bandera aragonesa. 
Bajo estos escudos de los leones aparecen dos serpientes irguiéndose entre las frutas. (La explicación se encuentra en uno de ellos –el del capitel de la columna interior de la izquierda según se accede a la planta calle por la arcada central de la fachada sur– en el que se muestra la figura completa: el escudo de Zaragoza está inscrito en un caduceo sobre el que destaca el casco alado de Mercurio). 2: Tres espigas y una hoz. 3: Un pez sobre un tridente y un anzuelo. 4: Una balanza "romana" con un ramo de laurel. 5: Un ave alcanzada en pleno vuelo por una flecha

Mencionar también el escudo que preside la entrada principal del sur, en el que las letras S y H a un lado y otro del león rampante constituyen las iniciales de Siempre Heroica, título concedido a la ciudad, según explica el autor del articulo, tras los sucesos del 5 de marzo de 1838. A todo esto, continúa con la exposición describiendo la condecoración que cuelga del escudo:

en la que puede verse tallada una estrella de seis puntas y en su interior una figura humana, la imagen de la Caridad (ma­trona que acoge a dos niños): por Real Decreto de trece de julio de 1886 la Reina Regente del Reino (María Cristina) en nombre de su Augusto Hijo, el Rey D. Al­fonso XIII, autorizó al Ayuntamiento de Zaragoza para unir a sus títulos el de Muy Benéfica.

Las proporciones del edificio, su ubicación y orientación, materiales, ornamentación, todo ello manifiesta una simbólica viva, memoria de nuestro origen divino. Está claro entonces que las representaciones de los reinos vegetal, animal e incluso mineral que se hallan en este templo, tanto dentro como fuera, además de ser obviamente alusiones a la mercancía que se compra y vende en el mercado, constituyen todo un despliegue significativo que el arquitecto concibió por inspiración, con las luces que le fueron dadas. Así, por ejemplo, tenemos en las fachadas laterales este-oeste, columnas de hierro en las que se encuentran ramas de olivo con frutos, uno de los atributos de Atenea, diosa de la Sabiduría. Mientras que, por dentro cada columna tiene en lo alto una cercha con un caduceo, como bastidor que ejerce potencia de unión entre cada columna y su respectivo arco, así entre todos los componentes se arma la estructura que sostiene la techumbre.

Añadir que en los capiteles de dichas columnas también hay granadas, fruto que interviene en el mito de Perséfone, que, en síntesis, es como sigue: la hija de Zeus y Deméter, es raptada por Hades y llevada a los infiernos, en donde permanece cautiva debido a la ingesta de un grano de granada. Como se sabe, comer de cualquier fruto en el tártaro, implica un encadenamiento a las cosas de este. Finalmente, Hermes llega al rescate y Zeus dispone que pase una época del ciclo anual en los infiernos y otra en la tierra con su madre.
Junto a las granadas, según consta en el valioso inventario, hay conchas con perlas. No podemos dejar de pensar en Venus, diosa del Amor, y lo mismo en Apolo, representado por el símbolo solar del girasol, que se encuentra por doquier, tanto dentro como fuera, si bien los del interior se ven poderosos. Igualmente, abunda el trigo y la vid, la fecundidad de Deméter y el éxtasis clarividente de Dioniso.
Acerca de la simbólica geométrica, de la que apenas se ha dicho nada, decir que se encuentra representada por todas partes, tanto en los elementos de la Naturaleza, como en la propia disposición de dichos elementos. En la rueda de la imagen, se destaca el centro, símbolo de lo inmutable, cuyos radios son la proyección que constituye la periferia, lo sucesivo y sujeto al cambio.

Para terminar, aludir la discreta presencia del loto en los capiteles de ciertas columnas que se encuentran en los semisótanos, “esquema de la irradiación cósmica y de la pureza original de todo lo creado” (5), equivalente a la rosa.
Sin duda que la ejecución de esta reforma recientemente iniciada en el edificio, tiene que ver con una regeneración que simboliza el retorno al origen de nuestra cultura y nuestro ser mismo, a pesar del grado de degradación en que evidentemente se encuentra debido al momento cíclico. Pero gracias al Cielo, podemos contar con el bendito Hermes, el intérprete de los dioses, hijo de Maya, que nos hace un guiño.